jueves, 22 de febrero de 2007

LOS DAÑINOS

Los dañinos.-
Oscar M. Rovira
……………………………
“si pudieran pensar
regresarían
a lavarse la negrura,
a borrarse las sonrisas engañeras,
a elegir los silencios de los sabios,
a pedir perdón en mil idiomas”.

Susana Pastrana, en “Canción para corruptos”


Dañinos uno
Casi seguro que fue en 1969…, en una de esas 68 ó 70. En cualquiera de esos años iguales ocurrió el suceso de aquel día en que, sin razón para esperarlo, los madrugadores de Federal encontraron embanderados casi todos los pocos y humildes edificios públicos. Con luz escasa todavía, vieron en los frentes las flamantes banderas argentinas; lindas, claro, pero raras por lo desplegadas y tiesas.
Algunos fueron rápidos para relacionarlo todo: “estamos en octubre…y hoy es 17”, y sonrieron con gozo y picardía, …otros sonrieron apenas nomás.
Pasado el mediodía en la Jefatura ya iban por la quinta de las que serían ocho declaraciones casi iguales: “…que entre todos decidieron hacer la pintada…, …que el 17 de octubre es una fiesta patria pero nunca ponen banderas, que por eso acordaron en hacerlo, …que reconoce los pinceles, tarros de pintura y escalera secuestrados que se le exhiben por ser los que utilizaron…”.
Al anochecer los ocho estaban ya ingresados en la Jefatura Departamental de Concordia, y a la tarde siguiente un abogado los oía entre curioso y divertido en el Patio Primero de la Cárcel de calle Alem, encausados por supuesto delito de daños. Todos jóvenes, formaban un grupo entusiasta rodeando al que parecía ser el mayor y sin duda que también el jefe; hombre de estatura mediana; revelaba firmeza de físico y carácter, conjugable con su extraño y noble oficio vocacional de trapecista, en plena actividad autónoma en los pueblos de la línea ferroviaria. Era él quien explicaba, hasta con la mirada expresiva y aguda, los pormenores de los hechos, las motivaciones, la prisión esperada… : “No se preocupe que estamos cómodos; vaya y trabaje tranquilo que aquí lo pasamos bien.”.
No se tomó casi tiempo el abogado para pedir la libertad condicional, y para argumentar en otro escrito que el delito de daños exige la precisa intención de causar un perjuicio material en cosa ajena; intención que en el caso estaba ausente del todo, porque era manifiesto que la de sus defendidos fue hacer pública la idea de gesta popular que entraña el 17 de octubre, digna de rememorarse como fecha patria, según muchos piensan, lo que es notorio; de allí que no hubieran utilizado signos partidarios sino la bandera nacional, símbolo que mal podía ser causa ni motivo de daños. En el peor de los casos, concluía, habrían violado alguna ordenanza municipal pero no el código penal, por lo que correspondía el sobreseimiento en la causa y la inmediata libertad.
El juez del crimen no se detuvo en analizar intenciones; prefirió encontrar que entre los frentes embanderados estaban los del Correo y de dos escuelas nacionales, de allí que la competencia para entender era del juez federal con sede en Concepción del Uruguay.
Siempre es molesto llevar a los presos la noticia de que se posterga sin término la libertad que se espera. Pero nada le caía mal al trapecista: “Mejor…cuanto más grande sea el lío, mejor …si ya se sabe todo hasta en Buenos Aires…, ¿qué van a decir…que estamos presos por pintar banderas o que estamos por peronistas?”.
El trapecista tenía razón, a esa altura de los hechos la disyuntiva planteada no dejaba lugar a salidas elegantes; se había equivocado el juez al dimensionar los intereses del poder.
A la mañana siguiente sonó temprano y sorpresiva la llamada del veterano secretario lego, ya el tono de voz traslucía la sonrisa de picardía que usaba para anunciar cosas raras:
-“Véngase que voy a largar a los pintores.”
-¿ Cómo…, y la incompetencia?
,-¿Qué incompetencia?
- Celedonio…, a mí me notificaron la incompetencia.
-Vamos, véngase en seguida que tienen que irse… ¿no quería la libertad?”.
Se fueron conformes después de todo, sobreseídos y famosos; hasta con tiempo para tomarse el ómnibus a Federal y ver todavía pintadas sus banderas argentinas.
A los pocos años el trapecista cambió su oficio por el de senador provincial; no hizo mal papel…, lástima que no supo el hombre volver a tiempo al trapecio.

Dañinos dos.
La explicación de que en Oro Verde, Entre Ríos, Argentina, exista y perdure en sitio público un tanque Sherman en clave de monumento, está dada por la conjunción de la prepotencia en los que mandan y la casi absoluta desaprensión por los valores colectivos que nos caracteriza a los argentinos en nuestra decadencia como sociedad.
Los hombres hicimos siempre monumentos, para memoria de lo heroico, lo bello, lo virtuoso. Pero el cachivache del caso, con nombre de general norteamericano, no es estético ni conmemora nada. Desplazado como está del ámbito de museo bélico que le es natural, ni siquiera se pudo suponer que despertaría interés. Es cierto que ante su notoria inutilidad no es de reprocharlo por intimidante; pero si nos sorprende sensitivos, y damos vía a recuerdos amargos, no dejará de ser abrumador.
Los Sherman fueron ideados para la guerra, como perfección del instrumento móvil de devastación que es el tanque. Los ingresaron al país como chatarra durante la primera presidencia de Perón; es de suponer que para entretener al gremio armado en las tan mentadas hipótesis de conflicto; durante la segunda de sus presidencias fueron sacados a la calle para derrocarlo. La noche de su caída utilizaron uno para derrumbar a cañonazos el edificio de la Alianza Libertadora Nacionalista, en la calle Florida, sin medir consecuencias, con el único propósito de apresar a Guillermo Patricio Kelly. En esos mismos días de septiembre del 55, según cuentan quienes lo vieron, otros tanques iguales, enviados por el general León Justo Bengoa, abrieron fuego y dispersaron con bajas a la multitud, hombres que sólo portaban palos enarbolando camisas y mujeres de pecho desnudo que desde los barrios suburbanos habían inundado el centro de Rosario al grito de ¡La vida por Perón!. En la madrugada del 17 de enero de 1959 cuatro tanques Sherman integraron la fuerza militar y policial que mandaron a desalojar el Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre, ocupado desde días atrás por ocho mil de sus trabajadores que se oponían a la privatización bajo la consigna “Patria sí, colonia no”. Fue uno de esos Sherman el utilizado para tirar abajo el portón de entrada, sin reparar en la barrera humana que se había colgado de allí en un definitivo intento de resistencia. Más adelante trillarían -¿cuántas veces?- calles y caminos para que azules y colorados dirimieran en mascaradas entorchadas sus apetencias de poder; y luego, ¿en cuántos golpes y contragolpes los volvieron a mostrar?.
Sólo fueron instrumento de daños a personas y a la civilidad, esos tanques iguales al triste y ridículo de Oro Verde, ascendido de adefesio a “monumento”, por las ocurrencias sin fundamento legal de un desatinado con poder.
El último 25 de Mayo, un grupo de jóvenes –esos mismos jóvenes de quienes, curtidos de derrotas y pesimismo, nos empeñamos en preguntarnos dónde están- tomaron la iniciativa de ponerle el único sentido posible al mamarracho. Como viento de libertad que demostraron ser, llenaron de ideas y formas de belleza, vida y alegría a la que sólo recordaba violencia, tristeza y muerte. Trabajaron con calma, sin ocultarse, imagino que hasta cantando, …y esperaron. Ni aplausos ni homenajes esperaban, su juventud no los hace amigos de vanidades. Esperaron simplemente que la transformación llevara a pensar, comprender y sonreír; y también, ¿ porqué no?, a que en una de esas calara hondo y mostrara cómo el espíritu es capaz de convertir.
Algunos, claro, lo advirtieron y se alegraron, pero el hecho no trascendió de lo episódico ni el ámbito de lo local. Los “medios”, que le llaman, no suelen buscar sus primicias en lo profundo, donde el futuro no deja de gestarse. En la ponderación de “lo que interesa” a una humanidad agobiada por guerras y otras pandemias sociales, la imagen trasera de una muchacha argentina en ritmo de sacudida carnavalera se impone a la otra estática del tanque de guerra florecido y trocado en paz de Oro Verde.
Casi todo se vino a saber después, cuando algún fiscal de los que se acomparsan a la justicia penal, se hizo de tiempo por entre el cúmulo de tareas que no dejan de colapsarlos, y pudo pensar que concurrían elementos suficientes para presumir que la acción de embellecer los malos “fierros” emplazados a la vera de la ruta, es conducta que puede quedar atrapada por el delito de “daños”,… ¡y “daños a monumento”, para colmo!. A su razonamiento se encadenó el de un juez de instrucción y nuestros jóvenes pintatanques de Viento de Libertad se supieron “encartados” y citados a prestar declaración indagatoria…: en fin, en manos de los dañinos, como si fuera una versión moderna, corregida y aumentada de la historia de los pintores de banderas argentinas en Federal, se me ocurre.

Dañinos tres.
La justicia penal está siempre presta a brindar pie y andamiento a las inquietudes de los poderosos de toda laya; y suele ser tan diligente que con frecuencia se ocupa en suponerlas.
Los dañinos…, dispuestos a seguir ejerciendo, por sobre leyes y normas más venerables, lo que suponen sus atributos que vislumbran ilimitados. Es un error distinguir niveles diversos de iniquidad entre la indagatoria a nuestros pintatanques y la inoperancia ante cien modos de cuantiosos rapiñajes del dinero público. El rasero es el mismo, como si lo portara un Sherman allanará personas, bienes, montes, culturas. Lo que importa es que no se menoscabe al poderoso, no mellar el poder…, hasta el día que no esperan en el que un viento de libertad lo desprenderá de la mano de los necios.-

1 comentario:

Malkowsky dijo...

¡Amigos! aquí les dejo el link de el resumen de noticias que hice en Taringa. Espero que no les moleste. Suerte.

http://www.taringa.net/posts/noticias/117865/Pintando-Tanques-de-Guerra.html